sábado, 14 de abril de 2012

1931-1939 II REPUBLICA ESPAÑOLA

¡VIVA LA REPÚBLICA!





En 1931 diferentes factores entre los que cabe destacar las clases medias, las gentes de la cultura, la ciencia y la universidad junto a la clase obrera, y tras su victoria en las elecciones municipales, trajeron la Segunda República Española.








Se crea un entramado de libertades y derechos sociales jamás visto en nuestro país 
- República de trabajadores de toda clase basada en la libertad y la justicia.
- Laicidad en el ámbito público, en especial en la educación: laica, pública y gratuita.
- Primacía de la utilidad social sobre el legítimo interés privado
- Fomento y protección de derechos y libertades y sufragio universal para hombres y mujeres.


Las Cortes Constituyentes de 1931 (escaños por partido).



Subido por el 16/02/2010
-Los ciudadanos aclaman la proclamación de la República.
-El Presidente del Gobierno provisional de la República, D. Niceto Alcalá-Zamora, se dirige al pueblo.
-El aviador Ramón Franco, es aclamado por sus colegas a la vuelta de su destierro.
-Socialistas y republicanos en Madrid, aclaman a sus líderes.
-Fiesta del 1º de Mayo en la Villa de Madrid

9:45 La Memoria Recuperada: Comentarios, 1ª Parte
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Subido por el 10/03/2010
Repaso del documental emitido anteriormente con los comentarios de los historiadores Gabriel Cardona y Julio Gil Pecharromán.
http://pasionporlapolitica.blogspot.com


6:25 IIª República Española: La Memoria Recuperada. 2ª Parte

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Subido por el 16/02/2010
-Victoria Kent, nueva Directora General de Prisiones.
-Los bienes de la corona española, declarados bienes nacionales.
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Subido por el 18/03/2010
Repaso del documental emitido anteriormente con los comentarios de los historiadores Gabriel Cardona y Julio Gil Pecharromán

 6:43 IIª República Española: La Memoria Recuperada. 3ª Parte


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Subido por el 19/02/2010
-Los bienes de la corona española, declarados bienes nacionales (continuación)
-El Estado de sitio, proclamado en Madrid
-La República Española, amiga de los pueblos libres
-Nuevo Homno Republicano

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Subido por el 18/03/2010
Repaso del documental emitido anteriormente con los comentarios de los historiadores Gabriel Cardona y Julio Gil Pecharromán.


 
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Subido por el 24/02/2010
- D. Niceto Alcalá-Zamora, proteme la Constitución
*D.Niceto posa en su domicilio ante los periodistas.
*La Comisión de Diputados le acompañan al Congreso.
*Tropas de regulares.
*Salida del Presidente electo de su domicilio.
*Paso de la comitiva.
*La comitiva a su paso por la Plaza de Cibeles.
*El Gobierno esperando la llegada del Presidente electo.
*Llegada al Congreso de los Diputados.
*Después de su promesa se organiza la comitiva presidencial.
*La comitiva presidencia se dirige al Palacio

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Subido por el 18/03/2010
Repaso del documental emitido anteriormente con los comentarios de los historiadores Gabriel Cardona y Julio Gil Pecharromán.



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Subido por el 26/02/2010
-La comitiva presidencial se dirige a Palacio (Cont.)
-Llegada a Palacio del Presidente de la República.
-Los clarines anuncia la llegada del Presidente
-El Presidente y el Gobierno presencian el desfile de las tropas que rindieron honores.
-El gran público presente vitorea al Presidente.
-Los señores Diputados presencian el desfile
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Subido por el 19/03/2010
Repaso del documental emitido anteriormente con los comentarios de los historiadores Gabriel Cardona y Julio Gil Pecharromán.

1:13 IIª República Española: La Memoria Recuperada. 6ª

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Subido por el 26/02/2010
-Los señores Diputados observan el desfile (Cont.)
http://pasionporlapolitica.blogspot.com

5:13 La Memoria Recuperada: Comentarios, 6ª Parte
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Subido por el 19/03/2010
Repaso del documental emitido anteriormente con los comentarios de los historiadores Gabriel Cardona y Julio Gil Pecharromán.


Desde 1933, las mujeres pudieron votar en las elecciones en España.

Un  golpe militar apoyado por Hitler y Musolini, y basado en la Iglesia y unas clases dominantes que no querían perder sus privilegios acaban con la República, tras una Guerra Civil 1936-1939 antesala de la Segunda Guerra Mundial 1939-1945, en la que se enfrentan el nazismo aliado con el fascismo, frente al comunismo y la libertades democráticas.

Las voces de Niceto Alcalá-Zamora e Indalecio Prieto o imágenes de lo que ocurrió en la Puerta del Sol el 14 abril de 1931 son algunas de las joyas documentales recogidas en una película que ha estado perdida desde entonces y que rescata imagen y sonido inédito del Gobierno provisional de la II República

Fonoteca republicana española «Margarita Nelken»



 

Memoria de España - La izquierda en el poder (1931) 26 jun 1983

http://www.rtve.es/alacarta/videos/television/memoria-espana-izquierda-poder-1931/991729/

Presentado por el actor Fernando Rey y dirigido por Ricardo Blasco, el documental narra los hechos que sucedieron a la proclamación de la II República, unos hechos marcados por la esperanza que conlleva el nacimiento de una nueva forma de estado, y por una serie de graves conflictos sociales, religiosos y sindicales.
Año de producción: 1983
por

 

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 http://www.rtve.es/alacarta/videos/television/los-anos-vividos-tiempo-ilusiones-1930--1939/991682/

Los años vividos - Tiempo de ilusiones 1930 -1939 - 26 ene 1992


Documental que analiza los acontecimientos históricos más importantes ocurridos en la primera mitad de los años 30, el ambiente de ilusiones y esperanzas contradictorias que se creó tras la proclamación de la II República y los intentos modernizadores que se llevaron a cabo en este periodo. Participan personalidades relevantes del mundo social, político y cultural, que comentan en primera persona los hechos fundamentales acaecidos en la época. Aparecen en el documental: Olga Ramos, Juan de Avalos, Marcelino Camacho, Miguel Gila, Santiago Carrillo, José Antonio Saenz de Santamaría, Manuel Gutiérrez Mellado, Emilio Benavent, Luis Rosales, Gloria Fuertes, Antonio Pedrol Rius, Camilo José Cela, José Luis Saenz de Heredia, Matías Prats, Manuel Azcarate, Carlos Fontseré, José María Díez Alegría, Rafael Abella, Gabriel Celaya, Gonzalo Torrente Ballester, José Manuel Lara, Emilio Romero, Joaquín Ruiz Giménez Aguilar, José Luis Sampedro, Alfonso XIII, rey de España, Victoria Eugenia, reina de España y Dolores Ibarruri.
Dirigido por Mercedes Odina. Año de producción: 1991

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Anarquismo: Vivir la utopía (1930-1939)

1:36:15 - 26 nov 2010 
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Anarquismo: Vivir la utopía (1930-1939) - 26 nov 2010


8-nov-1987. Programa "Vivir la utopía". Este documental aborda el anarquismo español entre los años 1930-1939; la creación de la CNT y la FAI, y muestra el papel de la cultura y la educación (Escuela moderna); la explosión de ideas y la actividad que supuso la llegada de la II República; el golpe militar; y a la vez, una revolución (la única que se conoce de índole anaquista), y especialmente, el desarrollo de las colectividades. Se ofrece una visión directa del anarquismo a través de las declaraciones de libertarios que participaron activamente en estos cambios y cuyas intervenciones se suceden a lo largo de todo el documental. Intervienen, entre otros: Ramón Álvarez (consejero de Pesca en el Consejo de Asturias y León); María Batet (secretaria de Federica Montseny); Federico Arcos (responsable del archivo de Emma Goldman); Antonio Zapata (comisión de vivienda de la Generalitat); Miguel Alba (responsable de trasnporte de Barcelona); Severiano Campos (FAI). Acompañado todo ello de imágenes de los acontecimientos históricos de esos años.

Anarquismo Vivir la utopía 1930 1939 - youtube

 
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Publicado el 29/04/2012 por
26 nov 20108-nov-1987. Programa "Vivir la utopía". Este documental aborda el anarquismo español entre los años 1930-1939; la creación de la CNT y la FAI, y muestra el papel de la cultura y la educación (Escuela moderna); la explosión de ideas y la actividad que supuso la llegada de la II República; el golpe militar; y a la vez, una revolución (la única que se conoce de índole anaquista), y especialmente, el desarrollo de las colectividades. Se ofrece una visión directa del anarquismo a través de las declaraciones de libertarios que participaron activamente en estos cambios y cuyas intervenciones se suceden a lo largo de todo el documental. Intervienen, entre otros: Ramón Álvarez (consejero de Pesca en el Consejo de Asturias y León); María Batet (secretaria de Federica Montseny); Federico Arcos (responsable del archivo de Emma Goldman); Antonio Zapata (comisión de vivienda de la Generalitat); Miguel Alba (responsable de trasnporte de Barcelona); Severiano Campos (FAI). Acompañado todo ello de imágenes de los acontecimientos históricos de esos años.
 
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Una Constitución

  Constitución española de 1931
 La Constitución española de 1931 fue aprobada el 9 de diciembre de 1931 por las Cortes Constituyentes tras las elecciones generales españolas de 1931 que siguieron a la proclamación de la Segunda República y estuvo vigente hasta el final de la Guerra Civil Española en 1939. La República española en el exilio continuó reconociendo su vigencia hasta 1977, cuando el proceso político de la llamada Transición Española permitió la redacción de una nueva Carta Magna democrática. La constitución se organizaba en 10 Títulos (con 125 artículos en total) y dos disposiciones transitorias.


Imágenes del facsímil original de 1931







 





 

ELEMENTOS SIMBOLICOS DE LA REPUBLICA



Alegoría de la República usada por el Gobierno



Alegoría de la República Española por Teodoro Andreu i Drase (1870-1935). 
Colección Joan J. Gavara (Valencia) 


Una bandera, la tricolor



Un escudo 


Una moneda: la peseta


Un sello de correos: franquicia postal

Un himno: el HIMNO DE RIEGO

Subido por el 13/04/2008, (parece que lo canta Miguel Fleta)
Ver un artículo de opinión sobre el Himno
escuchar versión cantada
Ésta es la letra original de Evaristo San Miguel:

 

Serenos y alegres,
valientes y osados
¡Cantemos, soldados,
el himno a la lid!
¡De nuestros acentos
el orbe se admire
y en nosotros mire
los hijos del Cid!
Soldados, la patria
nos llama a la lid,
¡Juremos por ella
vencer o morir!

¡Blandamos el hierro
que el tímido esclavo
del libre, del bravo,
la faz no osa ver!
Sus huestes cual humo
veréis disipadas,
y a nuestras espadas
fugaces correr.

Soldados, la patria
nos llama a la lid,
¡Juremos por ella
vencer o morir!

¿El mundo vio nunca
más libre osadía?
¿Lució nunca un día
más grande el valor,
que aquel que, inflamados,
nos vimos del fuego
que excitara a Riego
de Patria el amor?

Soldados, la patria
nos llama a la lid,
¡Juremos por ella
vencer o morir!

Honor al caudillo,
honor al primero
que el cívico acero
osó fulminar.
La patria afligida
oyó sus acentos
y vio sus tormentos
en gozo tornar.

Soldados, la patria
nos llama a la lid,
¡Juremos por ella
vencer o morir!

Su voz fue seguida,
su voz fue escuchada,
tuvimos en nada
soldados morir.
Y osados quisimos
romper la cadena
que de afrenta llena
del bravo el vivir.

Soldados, la patria
nos llama a la lid,
¡Juremos por ella
vencer o morir!

Ya la alarma tocan;
las armas tan sólo
el crimen, el dolo,
podrán abatir.
¡Que tiemblen, que tiemblen,
que tiemble el malvado,
al ver al soldado
la lanza esgrimir!

Soldados, la patria
nos llama a la lid,
¡Juremos por ella
vencer o morir!

La trompa guerrera
sus ecos da al viento,
de horrores sediento;
ya muge el cañón.
Ya Marte, sañudo,
la andana provoca
y el genio se invoca
de nuestra nación.

Soldados, la patria
nos llama a la lid,
¡Juremos por ella
vencer o morir!

Se muestran: ¡volemos,
volemos, soldados!
¿Los veis aterrados
la frente bajar?
¡Volemos, que el libre
por siempre ha sabido
al siervo rendido
la frente humillar.

Soldados, la patria
nos llama a la lid,
¡Juremos por ella
vencer o morir!


Miguel Fleta - Himno de la República Española (Himno de Riego)
Subido por el 23/01/2011
Miguel Fleta (1897 - 1938 ) fue un tenor lírico español. Es el padre de las hermanas Fleta (Elia y Paloma), cantantes a dúo de música ligera y jazz en los años 50-70. En el momento de la proclamación de la Segunda República en España, Fleta abrazó la causa republicana y llegó a hacer una grabación del Himno de Riego.
Falangista y Tenor, cantó también el "MIGUEL FLETA - CARA AL SOL", y un gran repertorio



ARTICULOS DE INTERES

La II República, su historia y la nuestra

JOSÉ LUIS LEDESMA 14/04/2012 
Asomarse al pasado es una operación no exenta de trampas. Una de ellas es que nuestra ventaja sobre los que lo vivían -sabemos qué pasó después- lleva a menudo a incurrir en dos posibles yerros. El primero supone olvidar que ellos no podían saber lo que sucedería y enjuiciarles como si hubieran debido saberlo. El segundo consiste en que se puede concebir la historia como una cadena de hitos necesarios e inevitables, y su curso como el único posible. Los historiadores lo llamamos trampa teleológica, aunque estamos muy lejos de ser inmunes a ella.
Ninguna página de nuestro ayer es tan víctima de esa trampa como la II República que nació tal día como hoy hace 81 años. Como cinco años después estalló una brutal guerra civil, han sido muchos los que han sumado uno y uno y les ha salido que la una abocaba a la otra. Eso es lo que hizo durante décadas la dictadura franquista, que se legitimó a sí misma elaborando la imagen de una República caótica y sangrienta que solo podía acabar en una revolución comunista o en la lucha entre España y la Anti-España. Pero, aunque con tonos menos tétricos, la leyenda negra sobre la República ha tenido más cultivadores. Ante el poderoso foco de atracción que es la Guerra Civil, los años 1931-36 han tendido a verse solo como origen, prólogo e incluso primer acto del desgarro bélico, y a su vez eso ha llevado a presentarlos como la crónica de una muerte anunciada, como la historia de un fracaso inevitable y de un imparable descenso hacia la catástrofe.
Por supuesto, hay otra manera de ver las cosas. Cuando la República echó a andar no le acompañaban tambores de guerra. Las fuentes de época coinciden en pintar el clima de euforia popular, fiesta pacífica y enormes expectativas que rodeó su llegada aquel 14 de abril. Después de décadas de gobiernos cada vez más incapaces de responder a los retos y demandas generados por una sociedad en plena transformación, y con un sistema político en crisis que no dudó en asumir la fórmula dictatorial del general Primo de Rivera, todo se derrumbó como un castillo de naipes y sin que corriera una sola gota de sangre. Unas elecciones municipales acabaron con el reinado de Alfonso XIII, y con él cayeron en cadena la monarquía y el propio régimen de la Restauración. Hasta el calendario ayudaba a representar el nuevo régimen como radical cesura: la República llegaba un mes de abril, cual primavera que rompe tras un largo invierno y todo lo transforma.
Los cambios, además, no serían flor de un día. Los gobiernos del nuevo régimen pusieron al país en los rieles de las profundas reformas que parecían exigir sus bases y discursos. En pocos meses se intentó resolver problemas arrastrados durante décadas: se aplicó un ambicioso programa educativo; se abrieron para las mujeres nuevos espacios en los terrenos privado, laboral y político (derecho al voto); apareció el "Estado integral", precedente del actual Estado autonómico; fue regulado el mercado laboral implicando a ayuntamientos y sindicatos; se programó una anhelada reforma agraria que había de paliar la miseria de millones de campesinos sin tierras; se intentó modernizar y despolitizar al Ejército... No eran iniciativas dispersas, sino fruto de un amplio proyecto de democratización social y política que pasaba por la primacía del poder civil sobre el militar y eclesiástico y por la apertura del diseño institucional y de la vida política al conjunto de la sociedad. De hecho, como mostraba la Constitución de 1931, una de las más vanguardistas de su tiempo, no se trataba solo de corregir los límites del viejo Estado liberal decimonónico. Lo que se hizo con mayor o menor fortuna fue dar un paso más allá, el primero que aquí se dio hacia lo que andando el tiempo se denominaría Estado social de derecho.
Cierto es que tampoco conviene exagerar. Tratando de contrarrestar la leyenda negra de la República, se ha incurrido a veces en una visión cándida y acrítica con las sombras de ese régimen y en lo que alguien ha llamado "republicolatría". Bien mirado, aquel periodo no fue una balsa de aceite ni una arcadia de ilusiones, reformas y avances amenazada solo por unos cuantos generalotes y obispos recalcitrantes. Más aun, habrá que reconocer que una democracia como la actual no era, para bien o para mal, por lo que muchos votaron y lucharon en aquellos años. En esa línea, algunos historiadores subrayan los retos, grietas y carencias que lastraban al proyecto republicano. Los déficits democráticos, prácticas y retóricas excluyentes e inclusos tentaciones insurreccionales habitaban no solo a la derecha sino también a la izquierda del espectro político. A ese respecto, se insiste sobre todo en que los conflictos y la violencia fueron una realidad cotidiana en ámbitos tanto urbanos como rurales, en que las políticas republicanas incluyeron excesos radicales y nocivos -por ejemplo en su programa laicista frente a los privilegios de la Iglesia católica- y en que todo ese "clima" de enfrentamiento habría sido clave en el hundimiento de la República.
Con todo, nada de eso es suficiente para teñirla de negro, o de rojo sangre, y se imponen algunos elementos añadidos. Uno de ellos es que el impacto de la violencia fue magnificado por su visibilidad mediática, la propaganda derechista y su confusión con el alud de movilizaciones pacíficas, que no siempre era de naturaleza política y que provino sobre todo de las formaciones y sectores antirrepublicanos. Otro apunta a que la República no podía haber tenido peor fortuna a la hora de llegar. Lo hizo, por un lado, cuando se extendían a Europa los efectos de la gran crisis económica desatada en 1929, lo que contrajo los recursos que requerían las reformas, agravó el mercado laboral y agudizó las resistencias de los grandes intereses económicos. Y, por otro, vino a tratar de democratizar el país cuando en Europa las democracias caían una tras otra y los proyectos autoritarios y fascistas estaban en plena pleamar. Como no podía ser de otro modo, eso condicionó las actitudes y prácticas políticas, y no en vano ya se sabe que la República española sucumbió víctima de una ofensiva armada antidemocrática apoyada por las principales potencias fascistas.
Porque eso fue, y no ningún inevitable designio, lo que acabó con ella. No estaba escrito en las estrellas que debiera despeñarse hacia una guerra civil. Si esta fue haciéndose un horizonte posible en el tramo final de la República, ni mucho menos era el único y nada demuestra que lo fuera más que la consolidación del escenario de reformas que se estaba acometiendo. No fracasó, sino que fue fracasada por la fuerza de las armas.
Se podrá discutir, y ahí está quizá su nudo gordiano, el grado de democracia que definió a la República y sus apoyos. Si para ello se parte del concepto que se pueda tener hoy de ella, es obvio que dejará cosas que desear, aunque con ello estaremos incurriendo en otra trampa, la del presentismo, la de juzgar el pasado desde valores de hoy que son también perfectamente históricos y por tanto no eternos ni inmutables. Y se podrá debatir también si en una coyuntura tan crítica como la de 1931-1936 era mejor contemporizar para no afrentar a los sectores privilegiados o seguir pese a todo un programa de reformas que pretendía democratizar el país. Pero, por un lado, por muy mal que se estuvieran haciendo las cosas, el remedio -una rebelión armada que llevó a una brutal guerra civil y una interminable dictadura- fue infinitamente peor que la enfermedad. Y por otro, cuando hoy en día las "reformas" tienen el sentido contrario, no el de avanzar en derechos sociales y políticos frente a los grupos privilegiados sino retroceder en los primeros para dar confianza a los segundos, nada permite creer que funcionen mejor las fórmulas prudentes que las osadas. En realidad, tampoco la democracia actual cumpliría los requisitos que se da a sí misma. Tal vez ahí estén, nostalgias al margen, las herencias de la República para hoy: el valor no solo político sino también moral de las apuestas por la democratización del Estado y la sociedad, a pesar de las resistencias en contra; y la supeditación de los privilegios a lo colectivo, de lo privatización de lo social a lo público, a la res publica.
* José Luis Ledesma es profesor de Historia Contemporánea en la Universidad de Zaragoza

La bandera de la República ondea en el Ayuntamiento de Donostia
El portavoz del PP en el Ayuntamiento, Ramón Gómez Ugalde, considera que el gesto de Bildu contribuye al "desprestigio de la ciudad"
PÚBLICO.ES/EFE DONOSTIA 14/04/2012













Madrid celebra el 81 aniversario de la II República
Una marcha entre la plaza de Cibeles de Madrid hasta la simbólica Puerta del Sol ha reclamado la proclamación de la III República
ALBA MORGADE   14-04-2012

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Documentos de y sobre La II República Española y la guerra de España de 1936-39
Página mantenida por Lorenzo Peña



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Una selección de artículos de Julián Casanova (catedrático de Historia Contemporánea en la Universidad de Zaragoza)

Fuente: http://elpais.com/

TRIBUNA - “Por amor a España”

Han pasado 80 años desde el golpe de Estado del general Sanjurjo contra la República
10 AGO 201
El 10 de agosto de 1932, el general José Sanjurjo se sublevó en Sevilla contra la República. Declaró el Estado de guerra y en la clásica tradición del pronunciamiento militar publicó un manifiesto, redactado por el periodista Juan Pujol, director de Informacionesy agente del millonario Juan March, en el que se anunciaba la disolución de las Cortes y la toma del poder por una Junta provisional. Lo hacía “por amor a España”, para “salvarla de la ruina, de la iniquidad y de la desmembración”.
Fuera de la capital andaluza, sin embargo, nadie consiguió sumarse al golpe, y Sanjurjo, al comprobar que se había quedado solo y que sus subordinados se negaban a enfrentarse con las tropas procedentes de Madrid, abandonó la ciudad. Fue detenido en Huelva, unas horas después, cuando intentaba ganar la frontera portuguesa. Así acabó lo que se conoció después como la “sanjurjada”, la primera sublevación militar contra la República, poco más de un año después de su proclamación.
Ruidos de sables hubo ya desde el verano de 1931, cuando se conocieron las primeras medidas de la reforma militar de Manuel Azaña, duramente combatidas por un sector de la oficialidad y por los medios políticos conservadores. Los primeros intentos conspirativos fueron neutralizados muy pronto, aunque algunos militares y un grupo notable de civiles alfonsinos comenzaron a buscar apoyos exteriores en la fascista Italia, algo que iban a repetir las conspiraciones militares y civiles contra la República. Sanjurjo no mostró mucho interés al principio, pero su destitución como director general de la Guardia Civil tras los luctuosos sucesos de Arnedo de enero de 1932, que dejaron 11 muertos en la plaza de esa localidad riojana, y su traslado a la dirección de Carabineros, un puesto de menor relieve, le hicieron cambiar. Lo consideró un castigo y empezó a pensar que había motivos para sustituir a esa República por una dictadura.
El compromiso de Sanjurjo animó y unió a otros, aunque la organización era bastante deficiente y la falta de discreción permitió a las Fuerzas de Seguridad del Estado controlarlos y detener el 15 de junio al general Luis Orgaz, uno de sus cabecillas. La insurrección, no obstante, estaba ya decidida y, antes de que el Gobierno de Azaña pudiera desarticular completamente la trama, los conspiradores la fijaron para el 10 de agosto. En las primeras horas de ese día, un grupo de militares y civiles armados, al mando de los generales Barrera y Cavalcanti, intentaron tomar el Ministerio de la Guerra y el cercano Palacio de Comunicaciones. Varias unidades de la Guardia Civil y de Asalto sofocaron la rebelión, en la que murieron nueve sublevados y unos cuantos quedaron heridos. En otras provincias del sur, la insurrección fracasó también. Solo en Sevilla el general Sanjurjo logró arrastrar por unas horas a la guarnición militar y a las unidades de la Guardia Civil, hasta las 3.30 horas, cuando desde el Ministerio de la Gobernación informaron a la prensa de que la rebelión “había quedado liquidada”.

El castigo para los sectores militares, de la aristocracia y de la extrema derecha que habían participado en la sublevación fue severo
El castigo para los sectores militares, de la aristocracia y de la extrema derecha que habían participado en la sublevación fue severo. Varios centenares de militares fueron destituidos por su intervención o complicidad y 145 jefes y oficiales fueron deportados a la base sahariana de Villa Cisneros, en aplicación de la Ley de Defensa de la República, como se había hecho con los anarquistas unos meses antes. Muchos periódicos conservadores fueron suspendidos y notables monárquicos fueron detenidos o tuvieron que huir a otros países.
Al ministro de la Gobernación le llegaron telegramas de muchas ciudades y pueblos pidiendo “ejemplar castigo” para Sanjurjo e incluso “última pena”. Manuel Azaña, por el contrario, percibió desde el principio la necesidad de no hacer de él un mártir, como había hecho la Monarquía con Galán y García Hernández tras el fracaso de la sublevación de Jaca, y anotó en su diario de 25 de agosto de 1932: “Procuremos no incurrir en un yerro análogo. Se ha de acabar con la historia de los levantamientos y con los fusilamientos, haciendo ver que esas acciones no producen ni gloria. Más ejemplar escarmiento es Sanjurjo fracasado, vivo en presidio, que Sanjurjo glorificado, muerto”.
Y así fue. Condenado a muerte por un consejo de guerra, “como responsable en concepto de autor de un delito consumado de rebelión militar”, la pena fue conmutada por cadena perpetua, pese a que Santiago Casares Quiroga, ministro de la Gobernación, se opuso porque pensaba que el indulto “rompe la firmeza del Gobierno, alienta a los conspiradores y nos impide ser rigurosos con los extremistas”. El indulto provocó disturbios en varias ciudades, “chispazos de la cólera popular contra Sanjurjo”, escribió Azaña.
Sanjurjo estuvo preso en el penal cántabro de El Dueso, hasta que, amnistiado por el Gobierno de Alejandro Lerroux en abril de 1934, estableció su residencia en Portugal. Desde allí encabezó otro golpe contra la República en julio de 1936, de fatales consecuencias porque causó una guerra civil, aunque no pudo ver su desenlace. Murió el 20 de julio, cuando la avioneta que debía trasladarlo a España, pilotada por Ansaldo, se estrelló nada más despegar del aeródromo de Cascais. Había encabezado dos rebeliones militares en cuatro años. “Por amor a España”.
Julián Casanova es catedrático de Historia Contemporánea en la Universidad de Zaragoza.



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Fuente: http://elpais.com/

Repúblicas

Los regímenes democráticos instaurados en la etapa de entreguerras fueron barridos por la Gran Depresión
Entre 1910 y 1931 surgieron en Europa varias repúblicas, regímenes democráticos, o con aspiraciones democráticas, que sustituyeron a monarquías hereditarias establecidas en esos países desde hacía siglos. La mayoría de ellas, y algunas muy significativas como la alemana, la austriaca y la checa, se habían instaurado como consecuencia de la derrota en la I Guerra Mundial. La serie había comenzado en Portugal, con el derrocamiento de la monarquía en 1910, y la española fue la última en proclamarse. La única que subsistió como democracia en esos años, hasta el estallido de la I Guerra Mundial, fue la de Irlanda, creada en 1922. Todas las demás fueron derribadas por movimientos autoritarios de ultraderecha o fascistas.
El conocimiento que tienen la mayoría de los ciudadanos sobre esas repúblicas es, en el mejor de los casos, vago e incompleto. Se recuerda más cómo acabaron, las tragedias en las que desembocaron, que sus logros políticos o sociales. En el caso de España, aunque el interés por la Segunda República no se limita a los especialistas académicos, lo que se sabe fundamentalmente de ella son trozos sueltos, fragmentos divulgados por las militancias políticas, que muy pocos quieren o pueden juntar en una historia menos ideologizada y más sometida al escrutinio de las fuentes y del examen detallado de los hechos.
La historia de esas repúblicas, especialmente de la de Weimar y la española, ha sido eclipsada por su final y lo que siguió, el nazismo y una Guerra Civil. Casi ningún historiador acepta en la actualidad el planteamiento determinista de que esos regímenes republicanos estaban predestinados al fracaso desde el principio. Por el contrario, los análisis más fructíferos centran la atención en las opciones y viabilidad de consolidar sistemas democráticos en ese periodo, en la fortaleza de las estrategias antidemocráticas y en las buenas o malas políticas. Es una historia cargada inevitablemente de controversia, de interpretaciones discrepantes, pero que ha ido encontrando un terreno común sobre el que debatir y avanzar investigaciones.
La derecha tradicional le dio en Alemania a los nazis el espacio que necesitaban para crecer
Por razones obvias, la República de Weimar ofrece mucho más juego para el debate historiográfico y para el examen de los peligros del fracaso de la democracia en una sociedad industrial moderna. Alemania, pese a la derrota en la I Guerra Mundial, era el país más desarrollado económicamente y con mayores logros culturales y científicos del continente europeo. La República de Weimar, nacida de una guerra y del desplome del orden imperial, sobrevivió en sus primeros años a los estragos de una superinflación, al dictado de Versalles y al acoso armado desde la extrema derecha e izquierda. Al contrario de lo que pasó en Italia, que sucumbió muy pronto al fascismo, la República de Weimar fue capaz de resistir durante 14 años.
¿Fueron el fracaso de la República y el triunfo de Hitler inevitables? Cualificados historiadores que han tratado de responder a esa pregunta consideran que las posiciones antidemocráticas de las "élites políticas tradicionales" fueron un serio obstáculo para consolidar un sistema democrático. Buscaron desde el principio desafiar al régimen político que surgió de la derrota en 1918 y después de 1929 trataron con todos sus mecanismos de poder, que eran muchos, de explotar esa grave crisis económica para derribar la democracia e instaurar un Gobierno autoritario.
Mientras que en Gran Bretaña la gravedad de la crisis económica en 1930-1931 produjo un fortalecimiento del conservadurismo, en Alemania el arco conservador-liberal de votantes se rompió y fue a parar a las manos de los nazis, el partido antisocialista y antidemocrático más radical y que se había mantenido completamente al margen del Gobierno de la República. La derecha tradicional/ortodoxa proporcionó así el espacio político que el movimiento nazi necesitaba para prosperar.
La puñalada mortal a la II República española se la dieron los militares golpistas del 18 de julio
Además, frente a lo que ocurrió en Gran Bretaña y en la Tercera República francesa, donde la crisis económica no llevó a las fuerzas políticas más importantes a plantear una alternativa al Gobierno parlamentario, la República de Weimar sufrió, casi desde el principio, una pérdida de legitimidad que se convirtió en los años de la Depresión no solo en una falta de apoyo popular al Gobierno, sino en una crisis de Estado. Tras contemplar varios tipos de soluciones autoritarias, incluida la restauración de la monarquía bajo el príncipe Guillermo o una dictadura militar, una "alianza de intereses", como la denomina Ian Kershaw, entre las élites conservadoras y Hitler le dio el poder al dirigente nazi.
Los problemas que tenía que abordar la Segunda República parecían, en comparación con la de Weimar, menos acuciantes. España no había participado en la I Guerra Mundial; no tenía conflictos fronterizos que pudieran favorecer el surgimiento de movimientos nacionalistas extremos; los factores económicos no fueron tan determinantes en el desenlace final; y el fascismo y el comunismo, los dos grandes movimientos surgidos de la I Guerra Mundial y que iban a protagonizar dos décadas después la Segunda, apenas tenían arraigo en la sociedad durante los años de la República y no alcanzaron un protagonismo real y relevante hasta después de iniciada la Guerra Civil.
¿Por qué entonces la República no pudo sobrevivir? No hay, ni puede haber, una respuesta simple a la pregunta de por qué del clima de euforia y de esperanza de 1931 se pasó a la guerra de exterminio de 1936-1939. Para consolidarse como sistema democrático, la Segunda República necesitaba establecer la primacía del poder civil frente al Ejército y la Iglesia católica, las dos burocracias que ejercían un fuerte control sobre la sociedad española y a las que fue imposible controlar. Sus proyectos e intentos de transformar tantas cosas a la vez (el Ejército, la Iglesia, la tierra, la educación o las relaciones laborales) suscitaron grandes expectativas que la República no pudo satisfacer y se creó pronto muchos y poderosos enemigos. Frente a las reformas republicanas, las posiciones antidemocráticas y autoritarias crecieron a palmos entre los sectores más influyentes de la sociedad y la vía insurreccional ensayada por anarquistas en 1932 y 1933 y por los socialistas en octubre de 1934 significó una ruptura con el proceso democrático y el sistema parlamentario.
Mientras las fuerzas armadas defendieron a la República y obedecieron a sus Gobiernos, pudo mantenerse el orden y controlar los intentos militares/derechistas o revolucionarios de subvertirlo, aunque fuera, como en la revolución de Asturias de octubre de 1934, con un coste alto de sangre. El régimen republicano, evidentemente, presentaba enormes fisuras y como pasaba en casi todos los países europeos, el rechazo de la democracia liberal a favor del autoritarismo avanzaba a pasos agigantados. Pero el golpe de muerte a la República se lo dieron desde dentro, desde el seno de sus mecanismos de defensa, los grupos militares que decidieron derribarla en julio de 1936. Como en España, al contrario de lo que ocurrió con otras repúblicas del periodo, hubo una resistencia importante, militar y civil, frente al intento de imponer un sistema autoritario, lo que siguió al golpe de Estado no fue su triunfo sino una Guerra Civil.
España comenzó los años treinta con una República y acabó la década sumida en una dictadura derechista y autoritaria. Bastaron tres años de guerra para que la sociedad española padeciera una oleada de violencia y de desprecio por la vida del otro sin precedentes. Por mucho que se hable de la violencia que precedió a la Guerra Civil, para tratar de justificar el golpe militar y el carácter inevitable del conflicto armado, está claro que, comparado con lo que siguió, la República fue una etapa de logros notables.
Cada vez parece más difícil resolver la acritud de la discusión política y la ignorancia sobre esa historia. Es sintomático cómo la memoria de la Guerra Civil y la desmemoria y propaganda contra la República han impedido un debate sobre temas que, empezando por la relación entre el Estado y la sociedad, claramente conectan aquel pasado con nuestro presente y que deberían resultar familiares e importantes para nuestra actual democracia. Pero nuestros políticos no quieren ni les interesa ese tipo de retos. Y la enseñanza de la historia se ha quedado también al margen de esa necesaria empresa de construcción de una sociedad civil más democrática y mejor formada.
Julián Casanova es historiador.


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Fuente: http://elpais.com/

La Academia de la confusión

La RAH va camino de convertirse en un cadáver al que pocos respetarán. Una institución con estas señas no tiene futuro

La Academia de la Historia lleva camino de convertirse en un cadáver al que muy pocos van a respetar. Tras la polvareda levantada por el Diccionario biográfico español, se encargó a una comisión que lo revisara. Y ahora se sabe que esa comisión ha propuesto, entre otras cosas, “la redacción complementaria de diez entradas”. Eso quiere decir que el Diccionario mantendrá, por ejemplo, la biografía de Francisco Franco firmada por Luis Suárez, pero aparecerá en una adenda una versión diferente sobre el personaje elaborada por otro historiador. Es la mejor forma de decirle a la gente: hay tantas historias como historiadores. O de una forma más cruda: el oficio del historiador es poco fiable, porque todo depende del prisma con que se mira al pasado.
Al historiador se le debe supone ingenio y talento literario, capacidad para recopilar de forma exhaustiva los hechos, pero, sobre todo, conocimiento de las fuentes y de los métodos críticos para su evaluación. Si los historiadores que elaboraron esas biografías cumplieron con ese requisito, no habría ninguna razón para alterarlas. Cuando se ha decidido hacerlo, es porque muchas cosas fallaron en el plan y ejecución de esa magna obra.
El Diccionario biográfico contó con un apoyo institucional muy notable y se supone que estaba diseñado para convertirse en una obra de referencia, demostración de los avances de la investigación y de la enseñanza de la historia. Ocurrió, por el contrario, que algunos colaboradores no ejercieron de historiadores, sino de abogados y propagandistas. Y en vez de reconocerlo, la Academia, para proteger también a algunos de su insignes miembros, tomó el camino de la confusión y de la falta de trasparencia.
Llegados a este punto, sería mejor abandonar esa empresa de revisión. Que el Diccionario, en el que se invirtieron muchos esfuerzos y dinero, se quede así, con colaboradores que hicieron muy bien su trabajo y con otros que todo lo que aportaron fue una versión deformada y mutilada de la historia y de sus métodos críticos más elementales. Dejemos que la Academia de la Historia siga moviéndose en el reino de las elites, de aquellos que toman decisiones al margen de la lógica evolución de los métodos, enfoques y debates históricos. Una institución con esas señas de identidad pudo tener pasado, pero no tiene presente ni futuro.
Julián Casanova es catedrático de Historia Contemporánea en la Universidad de Zaragoza.

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Fuente: http://elpais.com/

Ronald Fraser, la elegancia narrativa

Era un historiador clave para entender la Guerra Civil española. Su libro 'Recuérdalo tú y recuérdalo a otros' fue la primera guía para entender la contienda
Su libro Blood of Spain (1979), traducido al castellano como Recuérdalo tú y recuérdalo a otros (Crítica), fue la primera guía para descubrir las historias escondidas de la Guerra Civil española, la opinión de hombres y mujeres, vencedores y vencidos, que rara vez aparecían representadas en los documentos históricos. Ronald Fraser, que murió el viernes en Valencia, aportó energía y creatividad a la escritura de la historia. Con las fuentes orales como principal munición, abrió múltiples caminos hasta entonces inexplorados y elaboró una historia "desde abajo", la primera de ese tipo que se hacía sobre nuestra Guerra Civil, para captar, según sus palabras, "la experiencia vivida por las personas que participaron en los hechos".
Fraser, que entonces ya había publicado en inglés la historia de un topo, Manuel Cortés, el alcalde republicano de Mijas (Escondido, Institució Alfons el Magnànim), y después una brillante inmersión en los traumas de ese pueblo malagueño durante el siglo XX, recogió en sus investigaciones los aires renovadores que soplaban entonces en amplios círculos de la historia social marxista británica, el cruce de caminos entre la historia, la sociología y la antropología. Acababan de aparecer dos revistas científicas que ahora nos resultan clásicas, Social history y History worshop, y Paul Thomson había publicado un año antes de la obra de Fraser The voices of the past, (edición española en Institució Alfons el Magnànim), una de las primeras introducciones al método y significado de la historia oral. De ese contexto interdisciplinario y del interés por sacar a la luz las voces ocultas del pasado, que no habían podido expresarse durante la larga dictadura de Franco, salió la obra de Fraser.
Uno de los principales valores de su obra es que transmitía las entrevistas como narraciones
Escribió historia con la agudeza de ingenio de un novelista, el método de un antropólogo y la visión crítica de un periodista político. Su última y monumental obra, La maldita guerra de España (Crítica, 2006), una historia social de la Guerra de la Independencia, es la mejor muestra de esa pasión intelectual por nuestra historia que atravesaba disciplinas y periodos.
Uno de los principales valores de su obra, y es por lo que muchos la admiramos desde nuestra primera lectura, es que transmitía las entrevistas como narraciones, con un estilo y lenguaje que sintetizaba de forma magistral la doble faceta objetiva y subjetiva de la historia. Con su obra en la mano, era más fácil defender que la historia oral era algo más que una subdisciplina de la historia, luchar frente a la resistencia e indiferencia que las fuentes orales suscitaban, y suscitan, en una profesión dominada por la veneración del documento escrito.
Ronald Fraser era un hombre del mundo, nacido en Hamburgo en 1930, de padre escocés y madre norteamericana, educado en Inglaterra, Estados Unidos y Suiza, que vivió los últimos 25 años en Valencia con la historiadora Aurora Bosch. Ronnie me honró con su amistad, en Londres y en España, y para mí siempre fue un referente en el aprendizaje de cómo imaginar y escribir historias. Yo lo recordaré y se lo recordaré a otros.
Julián Casanova es catedrático de Historia Contemporánea en la Universidad de Zaragoza

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